jueves, 19 de julio de 2012

Bienvenido al paraíso

La vida es bella y aunque muchas veces en áfrica cueste verlo, lo es. De hecho estamos en el paraiso de los bambinos (o niños) que han tenido la suerte de cruzar sus vidas con la del Padre Hugo Ríos. Chileno de nacimiento pero africano de adopción, digo esto porque es capaz de entender los chistes que hacen, y según dice él mismo, el humor no tiene nada que ver con el nuestro. Una colina, a 600 metros sobre el nivel del mar es el paradiso. Casa Patric, o Bomboto, y otros siete pequeños edificios compone este micro salvavidas dentro del caos. Fuera esperan los atascos, la miseria, la suciedad... una vida que muchos niños que están y han sido criados aquí desconocen. Con la ingenuidad de los niños, ellos afirman que comer tres veces al día es lo normal. Es lo que hace cualquier niño que viene a este mundo. Y aunque todos compartirmos es idea, nosotros perdimos la ingenuidad, y ellos algún día también la perderán, tristemente. Es un paraíso por eso, por comer tres veces al día. No hay palabras que puedan describir el trabajo que realizan aquí trabajadores, voluntarios, amigos y por supuesto el motor que mantiene todo, el padre. La vida reina allá por donde quiera que mires, y como no, la muerte como una parte más de la vida, a veces la ves escondida en alguna esquina, esperando su turno. Es curioso como afrontan los congoleños la muerte... supongo. La verdad es que la limitación del idioma hace que nos estemos perdiedo muchas cosas. Sin embargo hay un lenguaje universal que todos entendemos y que no necesita de google tradutor. Y no hablo sólo de entenderte con un tipo para pedir cerveza fría (que también), sino que hablo del lenguaje de los niños que no hablan. Una vez, estando en Casa Patric, un niño con problemas de movilidad cogió un brazo de un voluntario, y tranquilamente le fue diciendo por donde quería que le acariciara. El voluntario no hizo nada, sólo dejó que la magia del amor uniera esa primera relación y la calma llegó. El propio niño se calmó a sí mismo a través de la mano de ese voluntario. Rabioso y necesitado de ua caricia la encontró, pero quería que fuera de una manera determinada, y como el voluntario no hablaba la lengua... el niño le enseñó. El centro lo forma a saber: un centro de neonatología, un centro de cardiología y medicia interna. U pabellón de consultas externas y algo que parece ua uci. Un centro de transfusiones increible. Dos centros de orfanatos separados en niños, y otro donde están las niñas que cuidan de los niños pequeños. Un centro para niños especiales, como dice el Padre. Una capilla, un centro de voluntarios, cocinas... en fin... una colina que es un paradiso. Que todo el mundo se sienta amado, para que pueda vivir en Paz y construir un mundo más justo. P. Hugo Ríos.

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